Existen muchas incógnitas al respecto, pero la revista Nature1 se ha hecho eco de un hito en la historia de los trasplantes: cirujanos del Hospital Militar Xijing de Xi´an, en China, trasplantaron un hígado de cerdo modificado genéticamente a un paciente que se encontraba en estado de muerte cerebral. Funcionó con normalidad durante diez días, hasta que la familia decidió paralizar la prueba.
Se trata de la primera ocasión en la que un ser humano alberga un hígado de cerdo trasplantado y, aunque todavía es precipitado evaluar la posibilidad de emplearlo como órgano principal y autónomo, el hito abre la puerta a utilizarlo como “puente” para aquellos pacientes que se encuentran en lista de espera para un trasplante procedente de un ser humano o para mantener la función hepática de forma provisional.
El de hígado es el último caso de una sencilla serie de trasplantes que se han llevado a cabo con cerdos en apenas tres años. Los científicos han realizado trasplantes de corazón porcino, de riñones y de glándula timo a varios pacientes, con un éxito relativo porque la mayoría falleció a los pocos meses.
Este último procedimiento se ha llevado a cabo sobre un hombre de 50 años que sufría muerte cerebral después de haber sufrido un traumatismo grave. Aunque su hígado estaba intacto, los médicos le implantaron el de un pequeño cerdo Bama modificado genéticamente para evitar el rechazo inmunológico con el objeto de comprobar su funcionalidad.
Los científicos sometieron al animal a seis modificaciones genéticas entre ellas la desactivación de genes que atacan el sistema inmunitario humano, y la introducción de otros que expresan proteínas humanas.
El trasplante enseguida mostró señales de funcionamiento como la producción de bilis, necesaria para ayudar a descomponer las grasas en el sistema digestivo, y de albúmina porcina, una proteína de la sangre. Hay que destacar que en caso de haberse producido un rechazo, se habría producido un fallo hepático fatal en apenas unos minutos.
A pesar de este indicador, las evidencias sobre su funcionamiento siguen sin estar claras por dos razones fundamentales: por un lado, porque el paciente ya tenía un hígado sano y, por otro, porque su familia solicitó la retirada del implante porcino cuando solo habían transcurrido 10 días.
Estos elementos impiden determinar si los hígados de cerdo modificados genéticamente pueden reemplazar la función hepática, aún de forma parcial, aunque sí mantienen abierta la puerta a la posibilidad de ser utilizados como trasplantes “puente”, es decir, mientras el paciente espera para obtener un órgano humano compatible.
1. Nature. Gene-modified pig-to-human liver xenotransplantation. [Internet]. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s41586-025-08799-1.