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Oftalmología DMAE

Las drusas maculares son depósitos extracelulares acumulados en la mácula que pue-den ser síntoma de otras patologías oftalmológicas.

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¿Qué son las drusas maculares?

Las drusas son depósitos extracelulares amarillos que se acumulan en la mácula, la región de la retina encargada de la visión de los detalles. Son una de las características principales de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) seca1. Se trata de agregados lipoproteicos, con un 40% de su volumen compuesto por lípidos, como colesterol y lípidos peroxidados, lo que hace que se las conozca también como “fuga de aceite en la membrana de Bruch”2.

 

La parte proteica de las drusas está compuesta por diferentes componentes, gran parte de ellos implicados en las cascadas inflamatorias, como factores del complemento y la proteína C reactiva, debido a la inflamación característica de la DMAE. También aparecen otros componentes, como la lipofuscina, productos finales de glicación avanzada, componente P amiloide, ß-amiloide o vitronectina2.

Tipos de drusas

Las drusas se pueden clasificar por tamaño y por consistencia. Aquellas de menos de 63 µm se consideran drusas pequeñas, mientras que las que se encuentran entre este tamaño y 124 µm, se clasifican como medianas. A partir de los 125 µm se consideran grandes1,2.

 

En cuanto a su consistencia, se clasifican en blandas y duras:

  • Drusas duras: son puntos pequeños, redondos u ovalados, tienen el borde definido y presentan un color blanco amarillento.
  • Drusas blandas: se caracterizan por tener los bordes poco definidos, y pueden confluir para formar lesiones más grandes, aumentando el riesgo1,2. Cuando se presentan drusas blandas más grandes, la incidencia de DMAE avanzada es del 30%1.
Síntomas de las drusas

Las drusas pueden ser asintomáticas, sobre todo al principio de la enfermedad. Sin embargo, con el tiempo, la acumulación de drusas o su aumento de tamaño puede desencadenar la aparición de DMAE seca. En estos casos, se produce una pérdida progresiva de la visión, presentando con síntomas como visión borrosa, metamorfopsia (visión distorsionada) o la aparición de un escotoma (punto ciego) central. Esta enfermedad puede progresar a su variante húmeda (DMAE húmeda), en la que la pérdida de visión se acelera1.

¿Qué causa las drusas?

Las causas exactas por las que aparecen las drusas no están claras. Sin embargo, sí que hay cierto consenso en que su aparición está relacionada con cambios bioquímicos relacionados con la edad3. Así, el 95% de la población mayor de 43 años presenta drusas, considerándose una parte normal del envejecimiento. Sin embargo, cuando el tamaño y/o la cantidad de drusas aumenta de manera patológica, afectando a la visión, comienza a considerarse DMAE4.

 

Por tanto, aunque los mecanismos que desencadenan la formación de las drusas no se conocen en sí mismos, sí que se han determinado ciertos factores de riesgo para el desarrollo de DMAE. El primero, evidentemente, es la edad. Otros factores no modificables son la raza, el sexo y la genética. También existen ciertos hábitos que van a propiciar la degeneración macular y, por tanto, de drusas, como serían el tabaco, una dieta inadecuada y la falta de ejercicio3,5.

¿Cómo se diagnostican?

Durante muchos años, las drusas se identificaban mediante fotografía de color del fondo de ojo, aprovechando la variación de coloración de la acumulación de colesterol, lipofuscina y otros productos de desecho en el fondo de ojo. Sin embargo, esta técnica tiene algunas limitaciones, como la iluminación no homogénea o el contraste deficiente, lo que impide determinar los límites de las drusas6.

 

En ocasiones, se utiliza junto con la angiografía con fluoresceína. Este procedimiento resulta más invasivo, ya que requiere de una inyección intravenosa, pero puede detectar más drusas que la fotografía del fondo de ojo6.

 

La autofluorescencia de fondo de ojo, sin embargo, es menos invasiva. Se basa en la excitación de un compuesto fluorescente presente en la lipofuscina, el N-retinilidenoretiniletanolamina (A2E), detectando su fluorescencia con un oftalmoscopio láser de barrido confocal. Puede detectar drusas blandas y depósitos subretinianos (acúmulos bajo la retina, la membrana que capta la luz), pero no en la zona central, y tampoco permite diferenciar las drusas de otras manchas6.

 

En los últimos años, se plantea la utilización de la tomografía óptica de coherencia (TOC) que, a diferencia de los métodos anteriores, permite la obtención de información en tres dimensiones. Mediante algoritmos cada vez más refinados, se ha conseguido detectar todos los tipos de drusas6

Importancia de la detección de drusas para la DMAE

Las drusas maculares pueden ser el primer signo de la DMAE seca en pacientes asintomáticos, por lo que su detección podría ayudar al diagnóstico temprano de la enfermedad. Además, su tamaño y número aportan información sobre el riesgo de progresión de la enfermedad1.

 

Cuando las drusas son pequeñas, o medianas, pero en baja cantidad, el riesgo de progresión a DMAE avanzada es menor, pudiendo preservarse la visión. Sin embargo, muchas drusas medianas o la aparición de una grande, constituyen un riesgo mayor de progresión a la fase avanzada, haciendo imprescindible un seguimiento más detallado para comenzar el tratamiento lo antes posible1.

Tratamiento

Generalmente las drusas no se tratan en sí mismas, sino que se trata la DMAE seca en su conjunto. Sin embargo, hasta la fecha, no existe ningún tratamiento para esta variante de la enfermedad. Por tanto, las estrategias terapéuticas se centran en tratar de prevenir o ralentizar el progreso de la DMAE seca. Estas estrategias consisten en la adquisición de hábitos saludables, como el ejercicio o una dieta sana rica en antioxidantes, a la vez que se abandonan otros perjudiciales, como el tabaco7. También existen complementos alimenticios basados en antioxidantes y otras moléculas que han demostrado cierta eficacia a la hora de frenar el avance de la DMAE8.

 

Se han llevado a cabo estudios para el tratamiento de las drusas con láser, con el fin de provocar su disolución o reabsorción y así evitar la progresión de la enfermedad. Aunque sí que se ha logrado la desaparición de las drusas, no hay evidencias de que esto ayude a frenar la progresión de la enfermedad y la pérdida de visión9.

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